Breve
análisis de Peter Sloterdijk en su escrito Rage
and Time (Zorn und Zeit)
Por: Manuel Crespo.
Me exigiste, caro Novato, que te escribiese acerca de
la manera de dominar la ira, y creo que, no sin causa, temes muy principalmente
a esta pasión, que es la más sombría y desenfrenada de todas. Las otras tienen
sin duda algo de quietas y plácidas; pero esta es toda agitación, desenfreno en
el resentimiento, sed de guerra, de sangre, de suplicios, arrebato de furores
sobrehumanos, olvidándose de sí misma con tal de dañar a los demás, lanzándose
en medio de las espadas, y ávida de venganzas que a su vez traen un vengador.
—Séneca, De la ira.
Peter Sloterdijk es un filósofo alemán contemporáneo
que se destaca —erróneamente a mi parecer— por ser controversial. El texto Normas para el parque humano y la
entrevista Controversial Philosopher Says
Man And Machine Will Fuse Into One Being dan un atisbo de ello. Sin
embargo, en el texto Rage and Time él
hace un análisis psicopolítico de nuestra herencia occidental de la ira. Una de
sus conclusiones preliminares es que contrario a lo que nos adoctrina la
herencia humanista, nosotros somos incapaces de controlar la ira: la ira no es
algo razonable. Especialmente esto es evidente en nuestra división política
contemporánea, vista en todos los países de cultura occidental: la división
provocada por los movimientos de izquierda y los radicales musulmanes —aunque
debo destacar aquí, que para Sloterdijk, la orientación de los radicales
musulmanes es predominantemente política y no religiosa, por lo cual no debe
extrañar que para Sloderdijk sean un “potential successor to communism”, (pp.
220).
Los conceptos importantes de su texto son ira (menis) y thymos
(que es un orgullo autoafirmativo). También hay un sustrato nietzscheano,
dado que la ira y el thymos implica la existencia del resentimiento —este concepto es
trabajado por Nietzsche en La genealogía
de la moral. Sloterdijk explica que el thymos
es un orgullo autoafirmativo, y este estaba presente en la antigüedad. La
primera línea de la Ilíada dice: “Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles”.
Con un lenguaje semejante a lo económico, Sloterdijk explica que las sociedades
van guardando un banco de ira, lo cual se traduce en venganza. Para efectos del
libro que estoy discutiendo —y a modo de simplificar sin perder la esencia— cada
vez que se acumulaba la ira a un punto crítico, el paradigma daba un giro y
formaba nuevos imaginarios en los cuales se apacigua la ira.
En esta reseña me adentraré exclusivamente a un
capítulo sobre la ira de Dios. Que el lector decida luego si quiere indagar más
sobre este texto. Ahí el describe la historia judeocristiana desde la
acumulación de ira —puesto de otra manera, la transformación de querencia de
venganza, dicha desde la perspectiva religiosa como “justicia divina”. Primero
había una ira antigua no-equitativa (justicia antigua), de origen judaico, dado
que los castigos eran eternos. Luego esa ira es transformada al ojo por ojo,
diente por diente (justicia igualitaria). Bajo esa perspectiva Dios es visto
como un rey que tiene su reino.
No obstante, en el periodo post-exílico del judaísmo
se puede observar, en los Salmos y el libro de Lamentaciones, una querencia de
venganza, lo cual en lenguaje de Sloterdijk es una acumulación psicológica de resentimiento.
Pero este banco de ira se colmaba rápidamente y esto provocó la creación de una
nueva religión: el cristianismo. Aquí se podía, de alguna manera, apaciguar la
querencia de venganza.
Más adelante nace en el cristianismo una visión
apocalíptica en la cual ellos van a estar vivos para presenciar el fin del
mundo, como quien ve un espectáculo en primera fila. Aquí la ira, una vez más,
se ha acumulado demasiado (asimismo la querencia de venganza). Obviamente esto
puede resultar conflictivo para una religión que predica la misericordia, por
lo cual Pablo trata de justificar en Romanos, capítulo nueve, las razones por
las cuales Dios es capaz de desplegar su ira.
Sin embargo, se renuncia a esa ira para la creación de
un lugar particular: el infierno. Pero, al pasar los siglos, los cristianos se
dan cuenta de que esta forma dicotómica de salvación es perjudicial. Ese
castigo es muy severo y eterno, por lo que comienza la invención del
purgatorio, que es una tercera vía. Esta vía, la cual genera inclusive un nuevo
tipo de economía (las indulgencias), crea rebelión de esta tercera vía por
parte de Martín Lutero y se crea la reforma protestante.
Sloterdijk arguye al final del capítulo The Wrathful God:
“After
the return to modern times we perceive a sky darkened by thunderclouds. There
is only one spot where it is torn open. There one can perceive the red star of
the revolution in the East, which rushes anxiously across the short twentieth
century”, (pp. 109).
Aunque no entraremos en las implicaciones seculares de
la ira según Sloterdijk —algo que para él se observa políticamente,
especialmente en la izquierda y más recientemente en las acciones de los
extremistas islámicos—, sí resulta muy curioso ver que Sloterdijk hace un
recuento histórico de las mutaciones que tiene el resentimiento desde la
metafísica de Dios y su ira. En última instancia, para Sloterdijk estos
intentos se secularizan. Por consiguiente, la ira es el móvil que hace capaz los
movimientos revolucionarios —esto se observa, por ejemplo, cuando en la
izquierda primero se hablaba de una revolución como algo instantáneo y que
desembocaba en algún proyecto comunista, pero luego se hablaba sobre tener
paciencia en la revolución, como quien reverbera la paciencia predicada para la
“justicia” de Dios contra los impíos. Ergo, el concepto nietzscheano resentimiento sigue estando presente en
todas estas formas de ira: el resentimiento es el sustrato que mantiene vigente
la fórmula “ira más tiempo es igual a venganza”. Con este análisis se confirma
que nuestra herencia humanista y nuestra pretensión de controlar la ira puede
llegar a ser infructuoso, dado que la misma herencia religiosa occidental que
promueve la tolerancia, la compasión y el amor fraterno está plagada de unas
internalizaciones de la ira respecto al tiempo. En la tabla de abajo se muestra
un resumen sobre la ira depurada por Sloterdijk.
Aunque también entra en otras cavilaciones, especialmente en la ira por parte de la izquierda política, creo que hasta aquí se puede degustar un poco de qué trata su trabajo filosófico.
Sin embargo, en la conclusión de su texto él ofrece sus propias indicaciones o soluciones al respecto:
“The following insight needs to be asserted like an axiom: under conditions of globalization no politics of balancing suffering on the large scale is possible that is built on holding past injustices against someone, no matter if it is codified by redemptive, social-messianic, or democratic-messianic ideologies.
“[…] Nietzsche was concerned about the replacement of the toxic figure of ‘vengeful humility’ with a form of intelligence that assures itself anew about its thymotic motives. It is obvious that without an open culture of ambition, this cannot be done. Such a culture would have to be post-monotheistic in the sense that it breaks open retributive metaphysics and its political reflexes with an appropriate level of thoroughness. The goal is a meritocracy, which balances, in an intercultural and transcultural way, an antiauthoritarian relaxed morality, on the one hand, and a distinctive normative consciousness and respect for inalienable personal rights, on the other. The adventure of morality takes place through the parallel program of elitist and egalitarian forces. Only within these parameters can a change of accent away from acquisition drives and towards giving virtues be conceived.”, (pp. 228-229).