Sobre
arquetipos de superinteligencia: Dios, alienígenas y artilectos.
Por: Manuel Crespo Rodríguez 7/7/2017
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Desde tiempos inmemoriales el hombre ha hecho mitos y
arquetipos sobre la superinteligenica. Primero, con los dioses, y luego con un
dios supremos. En la modernidad, estos imaginarios de superinteligencia han
devenido en dos formas de pensarlo: por un lado, el tipo alienígena, cuyo
dominio tecnológico y civilizatorio, hipotéticamente, nos supera por miles o
millones de veces el nuestro. Por el otro, el “artilecto”, concepto ideado por
Hugo de Garis que significa “artificial intellect”: el intelecto de la
inteligencia artificial. En este breve ensayo pensaremos en voz alta sobre
estos arquetipos de superinteligencia.
Es muy sabido que los dioses griegos no podían
controlar el destino. Esto es evidente en La Ilíada, pues Zeus quería cambiar
el devenir de la guerra entre los troyanos y aqueos a su favor, pero en última
instancia no pudo. A medida en que las sociedades avanzaban e ideaban otros
mitos y dioses, el judaísmo pudo crear un dios que simultáneamente trasciende
todo lo conocido y es creador de todo lo conocido. Por consiguiente, es
conocedor de todo. En el relato judeocristiano, este dios, Yahveh, intervenía
en la vida de los descendientes de Abraham para llevarlos en el camino correcto,
dando preceptos a seguir (i.e. en Éxodo, Levítico, Proverbios, Eclesiastés, Job
y hasta en el Nuevo Testamento). Nos ofrecía el “know how” moral para sobrevivir,
para darle orden al caos y sufrimiento.
Sin embargo, este paradigma de búsqueda de la Verdad
nos lleva a la modernidad. Ahí nos encontramos frente a todo un cuerpo de
conocimiento diferente al ético: el objetivo. Este es el conocimiento de las
cosas, el conocimiento obtenido por el método científico. Con esta nueva forma
de imaginar también llegan nuevas ideas a nuestra sociedad: la posible
existencia de vida extraterrestre (un ejemplo que me llega al a memoria es el
mártir Giordano Bruno, un filósofo medieval, quien creía en la existencia de
infinitos mundos y existencia de vida extraterrestre en esos mundos). Este tipo
de vida podría generar especies inteligentes que, de llegar a un periodo
civilizatorio avanzado, serían capaces de conquistar el cosmos. Es aquí donde
nos percatamos de un nuevo tipo de superinteligencia, esta vez posibilitada por
el hipotético caso de un avance en la tecnología.
De este tipo de superinteligencia surge otra forma de
imaginarla, una especie de tercera vía ideada por el avance de la computación:
la de los artilectos. Estos seres, superiores de por sí a nosotros porque
podrían superar su capacidad intelectual a nivel exponencial, serían capaces,
en primer lugar, de extinguirnos, y, en segundo lugar, de conquistar el cosmos.
Es el modo inverso de la inteligencia extraterrestre, pues es el imaginario de
nuestro propio potencial de avance civilizatorio: la superinteligencia
terrestre.
Estos tres arquetipos de superinteligencia tienen
varios puntos en común:
1.
Son
el resultado de una creación mítica y,
2.
No
se ha podido probar la existencia de alguno de ellos.
Por lo tanto, estos arquetipos, ideados a través del
tiempo, son ejercicios mentales que nos hacemos para imaginar el potencial de
nuestro devenir ético y científico. ¿Debemos actuar de X o Y manera? ¿Debemos
crear X o Y tecnología? Estos mitos y arquetipos nos ayudan a metaforizarlo.
Aún en nuestros días, matizados por la objetividad y la modernidad, seguimos
inventando ficciones en las que incorporamos los arquetipos que he mencionado…
y seguimos experimentando, una y otra vez, mitos que nos ayudan a medir
nuestras acciones.
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